- El consumo de complementos vitamínicos puede aportar mayor robustez a nuestro sistema inmunológico.
La salud inmunológica responde a factores genéticos pero también depende de un gran número de factores ambientales o externos. La alimentación, el descanso o la práctica deportiva pueden influir significativamente en nuestro estado de salud y pueden determinar nuestra predisposición a padecer enfermedades o dolencias a largo plazo.
A continuación, compartimos contigo algunas claves sobre como mejorar el sistema inmunologico. ¡Presta atención!
Selecciona un buen suplemento vitamínico
El consumo de complementos vitamínicos puede aportar mayor robustez a nuestro sistema inmunológico. Estos incluyen la vitamina C, la vitamina D o el zinc. Es importante tener en cuenta que su consumo en ningún caso debe ser un sustituto de una dieta rica y variada, así como de un estilo de vida saludable y activo. Gracias al proceso de digitalización que ha sufrido el sector de la parafarmacia, es posible encontrar proveedores de confianza en tan solo unos clics y recibir suplementos vitamínicos en casa. Por ejemplo, en Farmajsanchez puedes encontrar una interesante selección de productos así como una tienda de cosmética natural.
Cuida tu descanso
El descanso está directamente relacionado con la inmunidad del cuerpo. El efecto reparador del sueño se alcanza en diferentes periodos según la edad. Mientras que los adultos necesitan un mínimo de 7 horas de sueño de calidad, los adolescentes requieren entre 8 y 10 y los niños hasta 14.
Existe una extensa literatura científica al respecto. Por ejemplo, un estudio de 2010 realizado por la Universidad Case Western Reserve concluyó que dormir menos de seis horas al día aumentaba el riesgo de cáncer de intestino en un 50 %. Es el segundo cáncer más mortal en Reino Unido y Estados Unidos, por lo que el estudio definió la falta de sueño como un “peligro para la salud pública”. Otro estudio realizado en 2019 reveló que aquellos profesionales que trabajan habitualmente en turnos de noche registran un 30% más de daño en el ADN que los que realizan sus funciones durante el día.
Cuidar nuestra rutina de sueño se convierte, por tanto, en un factor determinante. No solo en nuestra salud física, sino también a nivel psicoemocional. Para favorecer una correcta higiene del sueño, es recomendable limitar la exposición a pantallas retroiluminadas. La luz azulada emitida por los dispositivos electrónicos puede desequilibrar su ritmo circadiano, o su ciclo natural de sueño y vigilia. Establecer una rutina de acostarse a la misma hora todas las noches o hacer ejercicio regularmente también puede mejorar la calidad del sueño a largo plazo.
Priorizar los alimentos de origen vegetal
Crear una dieta basada en alimentos de origen vegetal puede estimular los recursos naturales del cuerpo para combatir los patógenos dañinos. El alto contenido en antioxidantes que podemos encontrar en las legumbres, frutas o verduras minimizan las respuestas inflamatorias al reducir el efecto de los radicales libres. Mantenerlos a raya se vuelve fundamental porque, si se acumulan en niveles elevados, pueden provocar cuadros inflamatorios, algo que se asocia directa o indirectamente a dolencias de diversa gravedad como el alzhéimer, ciertos tipos de cáncer o enfermedades del corazón.
Por otro lado, la fibra contribuye a tonificar el microbioma intestinal, es decir, a la proliferación de bacterias intestinales saludables. Un microbioma puede aumentar la inmunidad del cuerpo y prevenir la penetración de patógenos dañinos desde el tracto digestivo.
Sin embargo, los beneficios de los alimentos vegetales tienen una alta cantidad de nutrientes esenciales, como la vitamina C, cuya presencia puede minimizar los períodos de recuperación de afecciones como el resfriado común.
Presta atención a las grasas saludables
Comer grasas saludables puede reducir las respuestas inflamatorias generadas por episodios de estrés o lesiones. Lo podemos encontrar en grandes cantidades en alimentos como el salmón y, especialmente, en el aceite de oliva.
El aceite de oliva ejerce un importante efecto antiinflamatorio y su consumo a largo plazo puede minimizar la incidencia de problemas cardíacos o enfermedades graves como la diabetes tipo 2. Integrarlo en nuestra dieta de forma regular puede contribuir a la supresión de bacterias o virus causantes de enfermedades. Los ácidos grasos omega-3 también tienen propiedades similares y se pueden encontrar en grandes cantidades en alimentos como las semillas de chía.
Reducir el consumo de azúcares añadidos
Una investigación utilizó una tasa de muestreo de 1.000 personas. Entre ellos, los que padecían problemas de obesidad y se vacunaban contra la gripe tenían el doble de probabilidades de contraer la gripe en comparación con los que no padecían obesidad. Existe evidencia suficiente para afirmar que el consumo de azúcares añadidos o carbohidratos refinados puede multiplicar las posibilidades de sufrir problemas de obesidad y, en general, los riesgos de enfermar.
Reducir su ingesta ayuda a minimizar los procesos inflamatorios, facilita la pérdida de peso, reduce las posibilidades de padecer enfermedades y trastornos cardíacos así como otros más graves como la diabetes tipo 2 y, en general, todo tipo de enfermedades crónicas.
El sistema inmunitario puede verse debilitado por enfermedades como la obesidad o la diabetes, por lo que reducir el consumo de azúcares añadidos puede fortalecer los recursos del organismo frente a posibles riesgos y afecciones de todo tipo.
Lo más recomendable es no superar una cuota de azúcares del 5% de las calorías diarias. Por ejemplo, una persona que consume 2000 calorías al día no debe consumir más de dos cucharadas de azúcar, o aproximadamente 25 gramos.
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