Llegar a la sección de frescos de un supermercado y encontrarte con una cesta de la compra cuyo precio se ha disparado no es una novedad en esta época del año. Todo lo contrario. El continuo crecimiento de los costes para el bolsillo de un derecho tan necesario como el comer se ha instalado como una realidad más, ineludible para el ciudadano. La OCU incluso lanzó la alerta la semana pasada de que los precios de los alimentos continuaron aumentando en septiembre un 0,6%, con incrementos relevantes en las verduras y legumbres frescas (4,1%), el arroz (2,4%), la carne de cerdo (1,3%) o la leche (1,2%). . Sin embargo, no es sólo en el producto final donde actualmente se está produciendo una gran variación.
Una mirada amplia a la cadena agroalimentaria permite ver cómo desde un principio el incremento de los precios se ha disparado respecto a la situación que se daba hace apenas un año. Tomando una muestra de 60 productos -entre cereales, frutas, verduras, aceite, leche, carne o huevos- y utilizando como medida de comparación los ‘Precios Medios Nacionales’ ofrecidos por el Ministerio de Agricultura para la primera semana de octubre tanto de 2021 como de 2022 – ha habido un aumento medio de estos precios de casi el 50% (49,51%). Eso sí, con matices heterogéneos.
Porque con un incremento medio tan significativo, producido en un momento marcado por un gran auge de los costes de producción como el energético, que algunos alimentos -como, entre otros, los melocotones de pulpa amarilla, las uvas de mesa con pepitas o las clementinas- han crecido menos del 5% o incluso haber disminuido su valor en el campo año tras año es una circunstancia peculiar.
oferta y demanda
Como primer punto explicativo de ello, fuentes consultadas desde AVA-Asaja aseguran que, aunque la inflación acaba “afectando a todos en general”, hay productos “que dependiendo de la oferta y la demanda pueden tener comportamientos diferentes”. Esto es lo que sucede, por ejemplo, con las uvas. Como resume Carles Peris, secretario general de la Unió Llauradora, con la aparición cada vez mayor de “grandes cantidades de variedades de uva sin pepitas [con oferta procedente de fuera y dentro de España] que están todo el año en el lineal, el mercado acaba penalizando a los que tienen semillas”, dando así un motivo para que el precio baje. Sin ir más lejos, en la primera semana de octubre de 2022, el kilo de este alimento con semillas se compró a 0,556 euros, un 3,3% menos que hace un año (0,575) y también a un precio inferior al de la última semana de septiembre (0,57). Por su parte, la uva con pepitas estaba a principios de este mes a 0,775 euros, pero subiendo su cotización respecto a la semana anterior (0,741).
Una explicación diferente a su bajo crecimiento es la que se da en otros productos como los cítricos. “La clementina está en los precios que menos han subido en el último año, pero también en los últimos 40”, asegura AVA-Asaja, una visión en la que también incide Peris. “Las clementinas y mandarinas han subido un poco su precio este año porque hay poca capacidad en la Comunidad Valenciana, a nivel estatal y en el hemisferio norte”, apunta. En cifras, el ligero incremento del valor en origen de las clementinas ha pasado de 0,405 euros en octubre de 2021 a 0,42 en 2022. En naranja, por su parte, la evolución ha pasado de 0,191 euros/kg a 0,2 (un 9,95% más) y en limón -donde “también hay crisis de rentabilidad”, señalan desde AVA-Asaja- de 0,506 a 0,53 euros el kilo.
Otros cultivos como la pera Conferencia, la manzana Golden o el melocotón de pulpa amarilla, con sus campañas de recolección a punto de finalizar o ya finalizadas y a pesar de tener un precio inferior o similar al del año pasado, podrán ver en las próximas semanas cómo crece. . En el melocotón, sin ir más lejos, en la última semana el coste se ha situado en 0,993 euros el kilo, lo mismo que el año pasado en las mismas fechas, aunque solo siete días antes la bajada de precios era del 8,27%.
Sin embargo, entre todos los productos que han caído en el último año destaca el trigo duro en un momento en que los cereales están alcanzando sus niveles más altos por las consecuencias de la guerra en Ucrania. La explicación a esto, aventuran desde AVA-Asaja, es que el crecimiento de precios “se produjo en años anteriores”. En concreto, entre 2020 y 2021, este aumentó hasta un 91%, pasando de 0,266 euros el kilo a 0,51.
Las mayores inundaciones
Entre los que más suben destacan el calabacín, la sandía o la berenjena, todos ellos -explican desde AVA-Asaja- alimentos donde, en primer lugar, “el abuso de la cadena ha provocado el abandono de los campos en la Comunidad Valenciana y una alteración de la oferta y la demanda brutal, a lo que se suma el hecho de que situaciones extraordinarias como el cierre de algunos invernaderos por el alto coste de la energía en Holanda este año han provocado una reducción de la oferta de algunas hortalizas en Europa. todavía hay más.
Porque también ha habido problemas “en la falta de cuajado” de estos cultivos -dice Peris- este año, por las altas temperaturas. Esta reducción de capacidad -subraya el dirigente agrícola- se está dando en casi todas las producciones, lo que demuestra “que hay un efecto claro de que el cambio climático está afectando el rendimiento”, que en un momento de costes al alza y márgenes con estrecho beneficio, eleva la “preocupación” en el sector.
De momento, la amenaza más cercana para los precios es que “seguirán subiendo”, aseguran desde AVA-Asaja, ya que lo visto hasta ahora parece ser “el principio de lo que está por venir”. No en vano, son varios los productos que están en el punto de mira, entre ellos el arroz o el aceite de oliva, este último con un descenso de la cosecha que se prevé considerable en Andalucía por “la sequía”, con unos meses de subidas que vienen de precio que, sólo en la última semana, ya ha dejado una subida del 25% del precio a la salida del molino. El mejor ejemplo de que, a pesar de que hay excepciones, el futuro de los precios sigue al alza.
Los márgenes de la cadena, en riesgo por la subida de costes
“El aumento de costes, si no se toman medidas, no dejará más remedio que trasladarlo a toda la cadena”. El ponente es Sergio Barona, secretario general de la patronal valenciana agroalimentaria (Fedacova), quien afirma que en un sector donde el 90% son pymes, la subida de costes ha provocado -en aquellos negocios con gran dependencia energética- que la fabricación productos supone un 160% de la factura de la luz y, en el caso del gas, el sobrecoste llega hasta el 176%, encareciendo “mucho” el producto. Lo que se puede trasladar al consumidor final es una parte “pequeña”, añade Barona, quien cree que la tendencia va a ir hacia la reducción progresiva de estos costes energéticos, aunque llegar a un nivel mínimo “va a llevar tiempo”. Por ello, lanza un mensaje esperanzador, asegurando que en el sector se está haciendo “un esfuerzo importante” para no poner en riesgo “la calidad, las inversiones y el empleo”.
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