El hedor es insoportable. Tanto como el fútbol de un equipo al que se le escapa la vida al mismo ritmo que el hastío, la vergüenza y el miedo de un Zaragoza de nuevo ultrajado y maltratado. Sólo Cristian Álvarez, santo de profesión, honró a una Virgen del Pilar que tiempo atrás delegó milagros en el portero argentino. El resto, nada. La muerte en vida. los Real Zaragoza huele a muerte apesta. Su entrenador también.
Esta vez, la excusa será justa expulsión de Giuliano al borde del descanso. Así fue la artimaña y las supuestas malas artes del Eibar para perder tiempo para arañar un punto a La Romareda pese a sufrir también una expulsión en la primera parte y otra a falta de un cuarto de hora. La realidad, sin embargo, advierte de la Extrema incapacidad de un Zaragoza que no sabe jugar contra once, diez o nueve. Y que, seguramente, sería incapaz de ganar un partido ante un rival con media docena de jugadores.
Fue Paloma, el exzaragocista, el que esparció olor a muerto zaragozano por El Sardinero. Lo hizo ganando el salto sobre Zapater para cabecear un córner a veinte minutos del final, pero el matador bien pudo llegar mucho antes. Sólo las prodigiosas intervenciones de Cristian (un total de diez) estaban posponiendo una muerte segura.
El santo y los milagros
El Zaragoza paseó sus vergüenzas por Santander sin rematar a portería en todo el partido y tras una ordenada primera parte en la que pasó muy poco, justo lo que juega un equipo cuya baja amenaza sólo aparece cuando corre y tiene espacios. Así llegaron las primeras y casi únicas aproximaciones al área de Racing, con Franco y Gámez combinando por la derecha, donde también caía de vez en cuando giulianocuyo centro tomó por sorpresa azón poco antes jair Rematará un saque de esquina.
Apenas había corrido el reloj los primeros cinco minutos del choque, pero el destartalado y hambriento Zaragoza poco más daría en ataque. El Racing se estiraba y, a través de Íñigo Vicente y Tienza Empezó a mirar a los ojos a un Cristian que aguantaba la mirada desafiante como un león. ella tambien la Íñigo, que se topó con su mano bendita cuando ya cantaba el gol tras un gran cabezazo de falta lateral. En ese momento y sin rastro de profundidad, el Zaragoza empezó a quedar a merced de su rival. La expulsión de Giuliano por doble tarjeta amarilla no hizo más que aumentar sus temores. Sobre todo, él mismo.
La segunda parte confirmó los peores temores. El técnico local, como Dios manda, mandó abrir el campo y buscar el dos contra uno por banda como la vía adecuada para marcar. Sin jugadores con piernas cambiadas u otras gaitas. Como lleva desde que se inventó un deporte que va perdiendo esencia a pasos agigantados y convertido por algunos en un producto fraudulento.
Y, por supuesto, las ocasiones se amontonaron en los guantes de un Cristian elevado, de nuevo, a los altares. Jair, en un despeje horrible, tragó saliva al ver que su compañero sacaba el balón fuera de la escuadra poco antes de que el portero abortara dos intentos consecutivos de mateoel último de ellos, un hermoso porro repelido por el poste izquierdo.
sin solución
Carcedo sólo pensó en dar entrada a Vada por Pan dulce y mantener a Grau encajados entre los centrales en lugar de apostar por Francés para completar el triplete. Así que Racing no se desvió ni un ápice de un guión en el que estaba escrita la victoria. Sólo Cristian parecía capaz de evitarla. A esas alturas, un punto era oro puro para el empobrecido Zaragoza de Carcedo, pero el tiempo pasaba lento. Solo Cristian ya creía en el milagro.
Los gemelos Azón dijeron basta y Gueye Tuvo otra media hora con todo en su contra. Junto con él entró zapatero a tiempo de ver de cerca la divina intervención de Cristian para desviar un cabezazo a bocajarro de Tienza en una de las atajadas de la temporada.
Pero, apenas cuatro minutos después, el ejeño era superado en el salto por su excompañero Pombo, el único capaz de esquivar a Cristian, que aún evitaría más goles con paradas decisivas ante Matheus y el propio Pombo. El argentino negó un triunfo escandaloso mientras sus compañeros apenas eran capaces de pasar de vez en cuando por el centro del campo y que ni siquiera explotaban el balón largo en busca de los centímetros de Gueye.
Puche y Larra fueron las dos últimas apuestas de un Carcedo superado cuyo rostro transmite aún menos que un discurso agotado por la falta de argumentos. Zaragoza, su Zaragoza, huele a muerte. Reina el silencio. Y el vacío. Las campanas doblan.
Racing: Michael Parera, Satrustegui (Saul, m.68), Paul Moreno, Ruben Alves, Iñigo, Fausto Tienza (Arthur, m.68), Vincent (Camus, m.79), Pombo (Peque, m.88), Mboula y Matthews (Job, m.88).
Zaragoza: Cristian Alvarez, Fran Gámez (Larra, m.79), Lluís López, Jair, Fuentes, Francho (Zapater, m.68), Manu Molina (Puche, m.79), Jaume Grau, Mollejo (Vada, m. 55), Azon (Makhart, m.68) y Giuliano Simeone.
Gol: 1-0, m.72: Paloma.
Árbitro: Busquets Ferrer (Comité Balear). Amonestó a los locales Pombo, Tienza y Peque ya los visitantes Álvarez, Molina y Jaume Grau. Expulsó a Giuliano Simeone por doble tarjeta amarilla.
Incidencias: partido de la décima jornada de LaLiga SmartBank, disputado en Los Campos de Sport de El Sardinero ante 9.972 espectadores
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