A paolo vasileConsejero Delegado de Mediaset España durante más de veinte años, lo van a despedir a toda prisa y sin honores del Milan. El hombre que se jactaba de saber más que nadie de televisión en España, de hacer los programas más seguidos de la parrilla española y de ser siempre el grupo más rentable, pronto dejará su cargo. Y se va a marchar con los peores resultados de audiencia de Telecinco en toda su historia. En agosto, la cadena de Fuencarral alcanzó su mínimo histórico, cayendo hasta el 11% de cuota. Los resultados de septiembre, el peor septiembre de su historia, ensombrecieron aún más el resultado y todo indica que octubre será también el peor octubre de su historia.
Y lo malo no es que tenga los peores datos de su historia, es que los tiene en uno de los peores momentos desde el punto de vista comercial. El mercado de la publicidad televisiva es sensible. Muy sensible a la situación de crisis que vive toda Europa. En la primera mitad del año, la inversión en televisión ha sido de 830 millones, lo que supone un descenso del 5% respecto al mismo periodo de 2021. Pero mientras Atresmedia caía un 2,9, Mediaset lo hacía un 8%. La herida, pues, no viene del verano. En el último año, Antena 3 ha ido ganando cada mes el hora estelar, el horario nocturno más importante y rentable en la comercialización de publicidad televisiva. En este octubre la brecha se ha convertido en un abismo de casi cinco puntos de diferencia.
Estos datos implican dos consecuencias que no son muy importantes porque son obvias. La primera: la apuesta por contenidos para la nueva temporada de Vasile no ha funcionado. Y la segunda, la que podría haber sido el detonante de la salida anticipada: a menos audiencia, menos grupos (la unidad utilizada por cadenas y planificadores para medir el grado de presión o impacto de una campaña). Telecinco no tiene grupos vender. Se ha quedado sin producto para vender a los anunciantes. Muchas noches apenas llega al 10% de share. Y eso significa dejar de ingresar mucho dinero.
Por ello, se comentó antes del verano la llegada desde Italia de lo que algunos llamaron “hombres de negro” analizar y reconducir la situación de Publiespaña, la filial publicitaria de Mediaset España encargada de la explotación comercial en exclusiva de sus siete canales en abierto y del resto de contenidos del grupo.
Vasile no va, ellos van a él. Algo que algunos ya intuyeron en marzo cuando Pier Silvio Berlusconi, hijo del político y magnate Silvio Berlusconi, y director ejecutivo de MFE-MediaForEurope decidió que Mediaset Italia realizó una oferta pública de adquisición para intentar hacerse con el control total de Mediaset España. Una operación que se vio desde un doble prisma. Desde Fuencarral se vendía como algo lógico dado que la filial española era la joya de la corona financiera del conglomerado que formaba una propuesta europea que daría la cara a las plataformas que, como Netflix, entraban arrasando en el mercado europeo.
Otros creyeron vislumbrar que algo no iba tan bien y que precisamente la entrada de estos competidores multinacionales transmisión forzó una reconversión del grupo en España. Todo el mundo esperaba que la salida de Vasile fuera en junio, pero el temporal ha hecho que el Milán decida apartarlo antes pese al problema de la sucesión. Porque si algo ha quedado claro siempre para leales y rivales es que el cuerpo y el alma de Mediaset España fue Paolo Vasile. Un Vasile que lo apostaba todo a la rentabilidad que le daba un determinado tipo de contenidos. Un contenido basado en realidadesen contenidos de cotilleo, en una programación que generaba demasiados escándalos y que retroalimentaba a toda la grilla, que generaba nuevos personajes y que hacía que los fieles pudieran pasar la mayor parte del día saltando de programa en programa, pero viendo casi lo mismo.
Creó un modelo de contenidos que le ha permitido vender la eficiencia y rentabilidad de Telecinco durante años. Porque para Vasile, y eso es un problema ahora, solo ha habido Telecinco. La compra de Cuatro supuso hundiendo a tu audiencia y la destrucción del perfil comercial que tenía la cadena en la época de Sogecable. Tampoco quería invertir mucho en noticias. Y siempre vio la llegada del mundo digital como algo ajeno y lejano. si el cine y porque estaba obligado por ley a invertir en su producción.
No se puede decir que Vasile haya intentado crear un grupo de comunicación o un proyecto de grupo. Si bien Atresmedia apostó hace años por diversificación e integración con la apuesta por emisoras de radio como Onda Cero o Europa FM, por sus canales internacionales presentes en plataformas de decenas de países de América y Europa; por Atresplayer, la OTT española de mayor éxito o comprando una de las mayores agencias de personas influyentesVasile se lo arriesgó todo a Telecinco. Y cuando el modelo de Telecinco ha fallado, el problema que tienen ahora es que parece que no hay Plan B. Y, si lo hay, será caro y lento para los tiempos que implica una parrilla televisiva.
Algunos informes dicen que Borja Prado, que llegó a la presidencia de Mediaset España este añoCuenta con el apoyo de Berlusconi hijo para continuar en su cargo. Pero hace falta un nuevo líder que también renueve un equipo que lleva dos décadas al lado de Vasile. El directivo italiano ha marcado la programación de Telecinco con su estilo personal. No le importó pagar multas y multas por sus cambios de grilla para descarrilar estrenos de competencias o por retransmitir contenidos muy subidos de tono en horario reglamentario infantil. Un Vasile que engendró una red de productores que abarató su parrilla ya quien recompensó y castigó como si fuera un emperador romano. Esta vez el Gran Hermano italiano le ha nominado y pronto tendrá que dejar una televisión a la que ha dado casi su vida.
Hace unos días en la rueda de prensa con motivo del regreso a la pantalla de Ana Rosa Quintana tras su enfermedad, Paolo Vasile por primera vez en veinte años no pudo contener la emoción y se le llenaron los ojos de lágrimas. Siempre quiso ser amigo cercano de sus presentadores estrella.pero ahora algunos piensan que quizás en ese momento ya sabía que era su despedida, su final tras veinte años en España.
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