El mal humor del centro del campo del Barcelona: “¿Qué hacemos, pero qué pasa?” | Deportes

“¿Qué estamos haciendo, pero qué está pasando?” Sergi Busquets farfullaba de mal humor y con los brazos abiertos mientras el colegiado le amonestaba en el 84′ por forcejear y derribar a Paciencia. El capitán, que ya se había ocupado de Alba, no entendía cómo su equipo fue sometido por el Celta. El centrocampista internacional, ausente por sanción en Anoeta, sale prácticamente en tarjeta por partido —siete en ocho en Liga y dos en tres en campeones— Una prueba de que se siente incómodo y desquiciado cuando el equipo se parte y no le queda más remedio que recurrir a la falta táctica en la retirada para proteger a Ter Stegen.

Nunca ha sabido remontar, pero Busquets necesita jugar hacia adelante para jugar rápido y además favorecer la recuperación de balón en campo contrario, clave del juego en los equipos de Guardiola y Luis Enrique. Y Xavi “es una mezcla” de los dos ex entrenadores del Barça según el diagnóstico que ha hecho Eric García a TV-3. El técnico apuesta por la “presión tras pérdida” y una salida limpia con el balón, un plan que últimamente no ha funcionado porque hay demasiada distancia entre líneas y la línea divisoria se convierte en un pasillo más que en un área de juego, por desgracia para Busquets.

No hay término medio con Busquets. Imprescindible para compactar al equipo y atacar bien, se convierte en sombrero cuando hay que reducirlo porque defiende mal, como pasó ante el Celta. Malo cuando corre el centrocampista y no el balón en un equipo que sacraliza la posesión, la posición y la presión desde los tiempos de Cruyff. Sucede que al Barça le agobian las prisas, la necesidad de llegar a gol en cada jugada, la urgencia de ganar partidos, una serie de exigencias que complican la tramitación del juego por parte de los centrocampistas: a Busquets le cuesta tanto encontrar su sitio en cuanto a los interiores Pedri y Gavi.

La altura y posición de los dos centrocampistas varía en función de los partidos y de los planteamientos de algunos rivales que suelen dedicarle marca a Busquets. Pedri a veces tiene que jugar más cerca de Busquets que de Lewandowski. “Prefiero estar cerca del delantero”, afirma el tinerfeño, que ha marcado dos goles y aún recuerda el que marcó lo anularon en san siro. Xavi protege al jugador y regula sus minutos para evitar lesiones dada su importancia y porque no tiene sustituto ni complemento después de que el club no pudiera fichar a Bernardo Silva como pedía Xavi. El tercer medio es sin duda Gavi.

El andaluz es un futbolista fogoso y temperamental, un competidor nato que ataca y defiende, intimidando con y sin balón. El Barça parece jugar hoy más a lo Gavi que a Pedri. A veces ni siquiera se encuentran: solo fueron pareja en tres ocasiones en Milán. El ataque por dentro no es fácil cuando el juego se carga por fuera en dos laterales abiertos como Dembélé y Raphinha. A los dos les cuesta marcar y se exceden en centros cruzados para Lewandowski. Los delanteros también defienden poco y los defensas atacan menos, circunstancia que se ha complicado con las lesiones de Koundé, Araujo y Christensen.

El equipo se ha vuelto flojo y alargado y el entrenador no siempre ha encontrado la solución. La sensación es que el Barça no juega como se suponía que debía hacerlo por culpa del pasado futbolista de Xavi. El técnico parece más partidario de un juego vertical e intenso que exige mucha energía, despliegue físico y continuidad que de un fútbol elaborado, tranquilo y paciente que le permita descansar con el balón y controlar los partidos; la mezcla de ambas propuestas en un mismo partido es difícil de ver a día de hoy porque seguro que al Barça todavía le falta madurez y personalidad.

Una cosa es que el ritmo y la velocidad del juego no sean lo suficientemente altos y otra que los jugadores quemen el balón y lo pierdan. No sería extraño que mientras el debate es si el problema es táctico, mental o físico, obsesionado como el equipo. es por las áreas, Xavi apostará ante el Inter por un cuarto centrocampista como Frenkie de Jong en un 3-4-3 que le puede ir mejor a Busquets.

La supervivencia del Barça

El Barça afronta un ejercicio de supervivencia deportiva y económica cuando acaba de empezar la temporada después de que el último parón internacional les haya pegado como un tiro: dos goles en tres partidos —Mallorca, Inter y Celta— y una derrota crucial en San Siro. Aquel equipo que promedió tres goles por partido —23 en ocho—, el mismo que “voló” en palabras de Xavi, se quedó paralizado y ya no tiene margen de error porque también cayó en Múnich (2-0). Algo similar le pasó el año pasado cuando se desplomó por efecto de virus fifa tras el 0-4 en el Bernabéu.
La situación ahora es más grave porque se han invertido 158 millones en mejorar la plantilla y los errores ya no se corrigen con más fichajes, como pasó cuando llegó Xavi. El Barcelona está hipotecado por las deudas y asaltado por las dudas del mismo modo que sigue conectado al Camp Nou. “Necesitamos a nuestra gente, que sea una noche mágica y el estadio se convierta en un caldero porque la vida nos va”, resumió Xavi. “Vamos a rompernos el culo a trabajar”, se animó. “Hay que ser valiente y atacar mejor. Yo no firmo el 1-0, mejor el 2-0”. El presidente Laporta también se sumó a la arenga y buscó la reconciliación con el vestuario por haber reprochado a los capitanes no bajarse el sueldo, en alusión a Piqué, Busquets y Alba.
El Inter, que sigue sin Lukaku ni Brozovic, perdió el miedo tras ser rescatado por el Barça en Milán. Llegó al Benfica el año pasado con una victoria por 0-0 para enviar al Barça a la Europa League. “¿Miedo? Veo el partido como una oportunidad”, respondió Xavi.

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