Ya sea por motivos de salud, filosofía de vida o moda, nuestra alimentación no permanece invariable a lo largo de la vida. La búsqueda de comida sana Nos lleva a adorar a unos ya eliminar otros de nuestra dieta. Pero, como en casi todo, depende de la medida. Saltarse la ingesta de determinados productos o ingredientes puede tener consecuencias negativas para el organismo, consiguiendo un indeseable efecto rebote. Sobre todo, es peligroso cuando este rechazo no está justificado. Hablamos de intolerancias. O mejor dicho, eliminar alimentos sin sufrir o sin confirmar estas intolerancias. Los más frecuentes son lactosa y gluten.
La prevalencia de la intolerancia a la lactosa es superior al 20-30%, aunque como apunta la doctora… este dato es muy variable, dependiendo de las etnias y países. Según el Ministerio de Sanidad, la prevalencia de la enfermedad celíaca en España oscila entre 1/71 en población infantil y 1/357 en población adulta. Además, alrededor del 0,5-6% de las personas tienen sensibilidad al gluten no celíaca.
Aparte de todo esto, el 15% de la población española ha excluido voluntariamente la lactosa de su dieta, sin justificación médica que lo avale. El 5,7% ha hecho lo mismo con el gluten, según un estudio de la Academia Española de Nutrición y Dietética (AEND) y Fundación Mapfre lanzado hace unos días. Este informe aclara, entre otras cuestiones, que hay una mayor prevalencia de mujeres que deciden abandonar de su dieta los alimentos considerados poco saludables y que la gran mayoría había desterrado de su mesa los alimentos objetivamente poco saludables, aunque también declaraba que rechazaba los aditivos. .
En cuanto a las dietas de exclusión caracterizadas en el estudio, la dieta sin lactosa es probablemente la más practicada por la población española, el 25% la sigue. En esta investigación, hasta el 9% de los encuestados informaron seguir una dieta baja en FODMAP (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables).
El principal motivo de exclusión reportado para la mayoría de alimentos, nutrientes, ingredientes y dietas de exclusión responde a “preferencias personales”, a excepción de la dieta de exclusión de lactosa y las dietas bajas en FODMAP, que también refieren que “les hace sentir mal”, y en general predomina la autoprescripción como principal motivador de la exclusión.
Entre el 60% y el 75% de los sujetos que siguen una dieta sin gluten, sin lactosa o baja en FODMAP podrían estar haciéndolas sin que la exclusión esté plenamente justificada (ya sea por síntomas asociados, diagnóstico de enfermedad o prescripción). de un profesional de la salud).
Es decir, un número importante de personas ha introducido cambios en la dieta con una mala relación riesgo-beneficio.
De hecho, un autodiagnóstico alto de sensibilidad al gluten no celíaca, enfermedad infecciosa intestinal, intolerancia o sensibilidad a otros alimentos, malabsorción o intolerancia a la lactosa, fatiga crónica, enfermedad de Crohn, otras enfermedades infecciosas y enfermedad inflamatoria intestinal, así como un autodiagnóstico alto -prescripción de dietas de exclusión.
En consecuencia, es posible que un porcentaje no despreciable de la población esté expuesto a un cambio dietético con una mala relación riesgo-beneficio, a pesar de que en esta investigación de la Academia Española de Nutrición y Dietética (AEND) y la Fundación Mapfre ha constatado que un gran número de personas afirman sentirse mejor tras realizarlo. “Actualmente se conocen diferentes enfermedades relacionadas con el gluten, como la enfermedad celíaca, la alergia al gluten mediada por IgE o la sensibilidad al gluten no celíaca. Cada uno tiene sus causas y mecanismos de acción diferentes, por lo que ante la duda de que se pueda padecer alguno de ellos, se debe consultar con el especialista en Digestivo para realizar un correcto diagnóstico y tratamiento”, comenta Marta Avilés, médica digestiva de Viamed.
Pero, ¿qué puede pasar con nuestra salud si dejamos de consumir estos alimentos sin motivo aparente? Realizar dietas restrictivas sin justa causa en el caso del gluten puede provocar déficits nutricionales si no se complementan adecuadamente. Podríamos estar expuestos a una menor ingesta de fibra, vitaminas D, B12 y folatos, así como de hierro, zinc, magnesio y calcio, y a un mayor consumo de grasas saturadas y parcialmente hidrogenadas.
Cómo sustituir estos alimentos
“El gluten aporta principalmente hidratos de carbono, por lo que es recomendable ingerir otros alimentos ricos en estos nutrientes y que no contengan gluten, como patatas, arroz o maíz. Además, los cereales nos aportan otros micronutrientes muy importantes en nuestra dieta, como el hierro y el magnesio, que podemos encontrar en otros productos como las legumbres o los mariscos”, apunta el Dr. Avilés.
Por otro lado, la falta de lactosa en nuestra dieta podría aumentar el riesgo de una ingesta inadecuada de calcio, repercutiendo negativamente en tu salud general y, en particular, en la salud ósea. Los lácteos son la principal fuente de calcio en la dieta, por tanto, la restricción de estos alimentos o sus derivados conlleva una reducción de su ingesta diaria.
“Actualmente, seguir una dieta sin lactosa no supone un problema nutricional en la población general, ya que existen muchos lácteos sin lactosa que sí contienen calcio y vitamina D entre sus componentes. Además, existen muchos otros alimentos no lácteos que contienen altas cantidades de calcio, como ciertas verduras como Acelgas, espinacas, puerros, alcachofasasí como mariscos o frutos secos«, recomienda el experto de Viamed.
Otras dietas
Asimismo, quienes indicaron seguir un FODMAP bajo sin justificación, podrían ver comprometido su estado nutricional, y sufrir un impacto negativo en su microbioma y metaboloma intestinal.
Finalmente, las personas que informaron después de un dieta cetogénica sin justificación sanitaria, podrían experimentar efectos adversos a medio o largo plazo, principalmente relacionados con el aparato digestivo.
También es probable que aquellos que informaron después de un dieta vegetariana o vegano sin un nivel adecuado de conocimiento o acompañamiento, puede presentar un déficit de vitamina B12, concluye el estudio de la AEND y la Fundación Mapfre.
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