Llegó el día y la hora. Madrid cerró sus puertas. El año del regreso, después de la pandemia si hay un después a todo esto que está pasando (en todos los sentidos). Llegó una guerra para hacer casi pequeña la pandemia y ya no sabemos si tenemos covid, resfriado o influenza A, aunque las consecuencias siguen siendo abrumadoras. Las Ventas, por su parte, afrontaba la contienda más descabellada (por decir lo mínimo) de la historia para llegar al mismo punto, pero con cambios que afectarán para siempre. Ya lo hemos visto con un incremento histórico también en el precio de las entradas, doblando el precio de las localidades si no tienes abono. En las buenas de cambio, el Monumental cerró sus puertas con un toreo y un lleno de “sin boletos”, el que lleva el peruano a sus espaldas Andrés Roca Rey en una temporada, además, con hitos inolvidables que te sitúan en lo más alto. No está llamado a ser uno más. Sus pasos son gigantes.
Talavante, que es un torero de gran dimensión e inestabilidad intrínseca, tuvo la jugada maestra de recuperar su puesto el día de, pero Francisco de Manuel acabó siendo el gran desconocido, al menos para el gran público, y de qué manera.
Alejandro Talavant firmó la primera faena de farol de la tarde a un toro que también andaba flojo. así es como nos dirigimos a una delirante primera parte de la corrida. El bis y el tris en el turno de Roca Rey. Vimos dos sombreros en su turno. merecido. No tenían sus toros en pie. El tris era otra cosa, porque bajaba la cara y tenía ritmo. Chip se desmontó tras un apretado par y Roca brindó también al público. ¿Qué vendría después? Un examen milimétrico en el que era difícil dejar paso a la emoción. Tres pases intercambiados por detrás desataron los ánimos contenidos. Fueron los incendios iniciales, Roca hizo un esfuerzo para que eso sucediera cerca, en el resplandor del barrio. Y luego el juicio de la corrida. El peruano quiso exponer el camino aprendido, hubo un natural absolutamente extraordinario, para adelantar el engaño y llevarlo hasta el final a ese toro que tenía un ritmo extraordinario, siempre por debajo. El resto del trabajo fue intermitente, resolvió en ocasiones con recursos cuando vio a Andrés que se quedó fuera y el Madrid no perdona. Y menos a los que vuelan alto. La subasta fue de infarto. Bernardinas a morir o matarnos. Fue detrás de la espada. Cayó de un lado a otro, pero no se alivió ni un ápice. Le dieron los dos trofeos, que fueron excesivos y así vivieron sin la redondez de los hechos extraordinarios de Madrid.
Francisco de Manuel parecía no pintar nada en este cartel de figuras, pero no perdió el tiempo y llenó Madrid de verdad. De rodillas empezó la faena a la tercera para llegar siempre sin trampas ni cartulinas. La codicia y la movilidad tenían al toro, que se resquebrajó. El animal definió dónde pelearlo, De Manuel la honestidad infinita que impuso en toda la tarea. Impresionante la manera de disparar a matar. O morir. yoimpecable actuación que logró superar.
Tala consiguió una habitación noble, soso y bien intencionada que no apretó ni ajustó ni una vez. Con la espada vino la peor parte. No tenía sentido y desde el segundo aviso pasó de tema. Él hizo caso omiso. Una pena el espectáculo que dejó con el toro moribundo en el ruedo, y en estos tiempos, la afición no se lo merece. Le tocó a él y el quinto lo peleó Francisco de Manuel. El despegue de las chicuelinas, casi al mismo tiempo que Roca salía de la enfermería, fue impresionante. Difícil de pelear con las manos bajas.. Desmontaron a Juan Carlos Rey y Fernando Sánchez. El toro lo exigió. Teeeeela. A la derecha se quedó corto y rebelde. Muleta serena, fría y valiente que se encontró. Lo hizo perfecto para entenderse. Y soberbio al natural, templado en el primer encuentro y aguantando los parones que vinieron después. Enorme. Cuajadísimo, profundo y sincero. Hay un torero. Un disfrute como preparaba al toro para la muerte y como iba detrás de la espada. Uno y el otro se habían fusionado. Esta es una historia maravillosa: el invitado en el cartel estelar derritió los protagonistas en la tarde. RGanso salió de la enfermería, pero el sexto aburrido y perezoso dejó pocos huecos. Habíamos volado alto, lo habíamos disfrutado. Hasta allí nos había llevado Roca y De Manuel hizo una conquista sincera. Gran tarde para pasar un invierno.
Tarjeta de celebración
Ventas. Día de la Herencia Hispana. Toros de Victoriano del Río, . El 1º, tan noble como perezoso; el 2º, tris, suave y con clase; el tercero, manso, móvil y bueno; el 4º, débil y bueno; el 5, complicado y mejor; el 6, sin fuerza ni clase. Lleno de “Sin boletos”.
Talavant, tabaco y oro, estocada caída (silencio); pinchazo, estocada cruzada y estirada, siete descabellos, tres avisos (ira).
roca rey, de corinto y oro, estocada opuesta y delantera (dos orejas); dos pinchazos, estocada (silencio).
Francisco de Manuel, blanco y dorado, estocada (oreja); estocada fulminante (dos orejas).
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