La Depresión Sonriente – Ética : Ética

Desde el exterior, nada sugiere que algo esté mal con quienes sufren sus efectos. Sin embargo, su salud mental se está deteriorando a un nivel en el que se necesita urgentemente ayuda profesional inmediata. El mal que aqueja a tales personas se llama depresión sonriente, enemiga invisible de su bienestar mental. “El término depresión sonriente Se refiere a síntomas depresivos que presentan los síntomas típicos asociados a estos trastornos, pero en los que el sujeto diagnosticado muestra un deseo de ocultarse”, puntos En un análisis, la profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Vanessa Rodríguez Pousada. “Y este deseo resulta en una posición activa para que las personas que lo rodean no percibo la incomodidad al que se enfrenta”.

En definitiva, quienes padecen depresión sonriente –también conocida como depresión silenciosa o distimia– no muestran los patrones depresivos que la sociedad espera. Desde fuera se supone que todos los procesos vinculados a esta enfermedad mental serán los mismos, cumpliendo determinados criterios, cuando la realidad es mucho más compleja. Incluso para los propios pacientes, estos estereotipos dificultan la identificación de lo que les sucede. ¿Cómo puedo saber?señala al BBC una persona que ha sido diagnosticada con distimia, “tenemos una visión distorsionada de la depresión”. «Tuve momentos de alegría, picos muy altos de euforia. Luego eso se acabó y vino la tristeza”, resume.

Las personas que están pasando por este tipo de depresión, así, sonríen, interactúan con los demás, mantienen patrones de vida que se asemejan a los normales o incluso viven momentos de gran alegría. Sin embargo, la realidad es otra, mucho más compleja. Por dentro, sus sentimientos son mucho más pesimistas y se sienten deprimidos, sin esperanza, culpables o inútiles. A veces, uno de los puntos problemáticos es que estas emociones se confunden con algo ligado a la personalidad. Es decir, se supone que si esa persona muestra un pesimismo recurrente es simplemente porque así es.

La depresión sonriente no es un término técnico para la ciencia, pero el interés por este síndrome se ha disparado en los últimos años.

Aunque la depresión sonriente no es un término técnico para la ciencia –aunque la depresión atípica sí lo es–, como recordarán en un analisis la especialista de la Universidad de Cambridge, Olivia Remes, el interés en este síndrome se ha disparado. Cada vez más los ciudadanos preguntan a Google qué es, pero también se han multiplicado los artículos e informes que tratan de entender qué significa padecerlo -y una rápida búsqueda en el buscador lo demuestra-.

¿La depresión sonriente siempre ha estado ahí sin ser identificada como tal, o es la sociedad actual un espacio propicio para padecerla? La pregunta es difícil de responder, aunque el contexto de los últimos años no lo ha puesto nada fácil al escapar de los efectos de la distimia.

Pousada: «El problema que encontramos es que presupone que estar bien o no depende exclusivamente de uno mismo»

Para empezar, la crisis del coronavirus ha tenido un efecto muy negativo en la salud mental general de la población. Un estudio publicado en La lanceta Transcurrido el primer año y medio de la pandemia, ya se advertía de cómo la crisis había agudizado las condiciones que empeoraban la ansiedad o la depresión entre los ciudadanos. Más específicamente, En España, la pandemia aumentó un 47% los problemas de salud mental en la infancia y la adolescenciade acuerdo a una investigación del Grupo de Trabajo Multidisciplinario sobre Salud Mental en Niños y Adolescentes, o impulsó una “plomería” para la población en general, según alerta Confederación Española de Salud Mental.

La pandemia no está sola en esta escalada, porque, de continuar, la digitalización ha creado un paradigma en el que no ser feliz parece imposible. En las redes sociales tienes que demostrar en todo momento que llevas una vida perfecta, lo que no solo añade una carga de presión, sino que crea “un engañoso juego de espejos” al comparar tu propia existencia con la de los demás, según advierten. de la UOC. Esto no sólo implica un choque interno, sino también conduce a ocultar sentimientos reales porque lo único que se espera que se transmita son fotos bonitas y mensajes optimistas.

Incluso fuera de línea, la sociedad del siglo XXI ha convertido la tristeza en un lastre. “Vivimos en una sociedad en la que ser feliz es un imperativo”, afirma el profesor Rodríguez Pousada, recordando que esta “dictadura de la felicidad” convive con un individualismo creciente en el que “tiende a subestimarse las circunstancias personales, sociales y estructurales”.Se supone que estar bien o no estar bien depende exclusivamente de uno mismo», crítica. Todo esto hace que callar y sonreír al mundo parezca más lógico de lo que parece a primera vista.

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