Opinión | Volkswagen aprieta. por Javier Alfonso

en el juicio Estados Unidos de Amazonsubtitulado “La historia del futuro que nos espera”, Alec MacGillis revela de forma casi periodística, con relatos de personas anónimas, cómo la multinacional fundada por o bezos ha ido consolidando su negocio menos conocido, el de los centros de almacenamiento de datos, también conocido como computación en la nube o ‘la nube’. Su filial Amazon Web Services (AWS) es líder mundial en este sector con casi la mitad del mercado, seguida de lejos por Microsoft, Google e IBM. Esta línea de negocio no ha parado de crecer y ya supone el 16% de la facturación de Amazon.

AWS es cada día más grande y poderosa, y usa ese poder para ganar más dinero doblegando la voluntad de los gobiernos locales, que le dan terreno, adaptan las ordenanzas a sus necesidades, pisoteando los derechos de los vecinos, bajando el precio de la luz. , te eximen de pagar impuestos durante años, ignoran el impacto de las enormes necesidades energéticas del centro de datos o hacer la vista gorda ante sus leoninas condiciones laborales, todo a cambio de albergar una de las instalaciones del gigante informático. En el primer semestre de 2022, el grupo Amazon registró unas pérdidas de 5.872 millones de dólares, pero su división AWS facturó 38.180 millones y obtuvo un beneficio de 12.233 millones.

Entre las muchas historias que relata MacGuillis, la de los habitantes de un modesto barrio de afroamericanos descendientes de esclavos cerca de Washington DC, que lograron que las autoridades rectificaran que iban a permitir que AWS construyera una línea de alta tensión que partía en dos el barrio para alimentar a uno de sus centro de datos. Al final ganaron, la línea se puso en marcha por un recorrido más largo pero las autoridades cedieron a AWS en dos nuevos pedidos: una cuota mensual a pagar por todos los contribuyentes para financiar esa línea para un solo cliente y una rebaja en el precio de la electricidad que necesitaban sus centros de datos.

Y no solo hay rendición institucional para los centros de datos. MacGuillis cuenta que en septiembre de 2017 la empresa Bezos creció tanto y con tantos beneficios, que anunció la apertura de una segunda sede -llamada Amazon HQ2- que complementaría la de Seattle, en el estado de Washington. La nueva sede supondría una inversión de 5.000 millones de dólares y albergaría a 50.000 empleados con un salario medio de 150.000 dólares. Para elegir la ciudad afortunada, la empresa abrió un proceso de selección, “una especie de operación triunfo de ciudades compitiendo por el cariño del público, en este caso de Amazonas”.

Manifestación contra Amazon en Italia.  Foto: CLAUDIO FURLAN/LaPresse/ZUMA/DPA

En realidad, la empresa llevaba décadas perfeccionando la práctica de obtener beneficios municipales o estatales a cambio de instalar centros logísticos o de datos. La novedad fue convertir el proceso en un espectáculo, en el que surgieron ofertas como eximir a los empleados de Amazon de la tarifa por mascota o añadir un coche exclusivo a los convoyes de metro para la empresa. El municipio de Stonecrest, Georgia, ofreció cambiar su nombre a “Amazon”. Hubo 20 finalistas, cuyas autoridades estaban obligadas a mantener sus ofertas confidenciales. Entre las que se filtraron, Columbus (Ohio) ofreció 2.000 millones de dólares, su vecina Newark elevó la puja hasta los 7.000 millones y Chicago accedió a entregar a Amazon, cada año, los 1.320 millones que calculó recaudaría por el IRPF de su país. empleados.

Las ofertas eran tan ventajosas que Amazon decidió dividir HQ2 entre Nueva York y Arlington (Virginia), pero la fuerte oposición de varios grupos de la Gran Manzana hizo que la compañía acabara descartando Nueva York. Eran grupos advertidos por vecinos del HQ1 de Seattle, donde la presencia de Amazon con muchos empleados de altos ingresos ha provocado grandes desigualdades y problemas de acceso a la vivienda para gran parte de la población; entre otras razones, porque en el estado de Washington no hay impuesto sobre la renta -no por casualidad Bezos tiene un vecino Bill Gates– y porque cuando la ciudad aprobó hace varios años crear un impuesto de sociedades para reducir estas desigualdades, el fundador de Amazon se encargó de ‘convencer’ a siete de los nueve concejales para que, dos meses después, rectifiquen su decisión y eliminar el impuesto.

El libro de MacGuillis no se trata solo de Amazon. De hecho, su título en inglés –Cumplimiento. Ganar y perder en One-Click America– no menciona a la empresa Bezos por su nombre. También habla de Google, Microsoft, Meta… grandes corporaciones con poder suficiente para exigir transferencias a los gobiernos de todo el mundo que les pongan en una situación ventajosa respecto a su competencia, además de hacerles ganar más dinero.

En Valencia tenemos los ejemplos recientes de Ford y Volkswagen. Ford acaba de culminar un proceso similar al concurso Amazon HQ2 pero a la inversa, con una bochornosa competencia entre Almussafes y Saarlouis (Alemania) para elegir cuál de las dos fábricas cerró y dejó a miles de trabajadores en la calle. A operación triunfo en el que la multinacional retrasó durante meses la el ganador es…, habiendo tomado la decisión, de seguir apretando a unos gobiernos que no sabemos qué venían a ofrecer porque todo era confidencial. Así que la victoria española se celebró como si fuera gratis porque las únicas contrapartidas conocidas eran las laborales.

Foto: FERRER MARGA

Es ahora volkswagen el que aprieta El Gobierno le concedió, junto a Seat, 167 millones de ayudas en el Perte VEC, pero la multinacional alemana aspiraba a más del doble. Argumentó, y ahora lanza una orden para convencer al Gobierno de que su proyecto de 10.000 millones de euros merece un poco más de cariño. la respuesta de pedro sánchez no podría ser más revelador: habrá más ayuda de las Comunidades Autónomas y del Estado. No caeremos en el ridículo de renombrar Sagunto como Volkswagen, pero habrá ayudas aquí y allá en los presupuestos anuales, como ha tenido Ford Almussafes a lo largo de su historia.

Cuanto más grande es una empresa, más logra exprimir a las autoridades. AWS está construyendo tres grandes centros de datos en Aragón -que ocuparán más de 100.000 metros cuadrados- con una inversión de 2.500 millones de euros. El alcalde de uno de los tres pueblos favorecidos, Villanueva de Gállego, reclamaba 3,5 millones por el Impuesto de Construcciones, pero el Gobierno de Aragón había declarado el proyecto “de interés general”, lo que implica la exención de impuestos locales. “Aquí si un vecino construye una casa o un empresario construye un barco, paga sus impuestos. Queremos que Amazon haga lo mismo”, se quejó el alcalde. Bueno no. Los trámites municipales y los gastos por las molestias de las obras correrán a cargo de sus 4.700 habitantes y el resto de empresas allí instaladas, mientras que AWS no tendrá que restar 3,5 millones de euros del beneficio de 12.233 millones de dólares que obtuvo en la primeros seis meses de este año.

La desigualdad de trato se extiende a la tramitación de licencias. Las medianas y pequeñas empresas sufren la burocracia de las instituciones, que en lugar de solucionar los atascos crean ‘autopistas’ administrativas –como la categoría de “proyecto prioritario” del Ayuntamiento de Valencia– para que la tramitación de los “grandes proyectos” sea rápido, pasando por delante de los archivos más antiguos.

La diferencia de trato tiene cierta lógica política -ganas más de lo que pierdes- aunque es injusta, porque nadie quiere quedarse sin una gran inversión en su municipio. El cierre de la fábrica de Ford Almussafes habría sido catastrófico para la Comunidad Valenciana, y la retirada de Volkswagen en Sagunto sería una muy mala noticia. Confiemos en que el Gobierno central y el Consell –ximo puig también está en juego su futuro electoral, no se deje intimidar y aprenda, en esta y otras ocasiones, a negociar con la cabeza fría, sin caer en la sumisión ni en el ridículo. Y con transparencia.

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