que la incidencia de cáncer está creciendo no es un secreto. La OMS señala que en 2020, el cáncer fue la principal causa de muerte en el mundo. Las mejoras en el diagnóstico y el envejecimiento están afectando la cantidad de personas con cáncer en todo el planeta en un momento dado. Sin embargo, una revisión de estudios advierte que los casos de cáncer no solo crecen porque cada vez hay más personas mayores, sino que los de aparición temprana, en menores de 50 años, llevan décadas creciendo.
El Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos lo ha definido como un “epidemia de cáncer de aparición temprana“, y aunque 50 años es solo un punto de inflexión simbólico, los números parecen claros. Los autores del trabajo, del Brigham and Women’s Hospital y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, no ofrecen una cifra global pero indican que la evolución es heterogénea por cáncer. tipos y países, pero advierten que es un problema que debe ser abordado en profundidad.
El trabajo, publicado en Nature Reviews Oncología clínicarevista de grupo Naturaleza centrado en revisiones de estudios sobre el tratamiento del cáncer, tenga en cuenta que “dada la incidencia cada vez mayor de varios tipos de cáncer de aparición temprana, debemos aumentar la conciencia sobre esta tendencia y potencialmente reevaluar las pautas de detección actuales o desarrollar enfoques personalizados”. para la detección precoz del cáncer.
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La palabra screening aparece varias veces a lo largo del extenso texto. Hay varios tipos de cáncer donde los programas de detección temprana están muy extendidos, como las mamografías en los cánceres y el cáncer de mama, lo que ha provocado un aumento de los casos diagnosticados a tiempo. Sin embargo, no se trata solo de detectar mejor y detectar antes: en Estados Unidos, por ejemplo, la incidencia -precisamente- del cáncer de mama ha crecido en las últimas décadas en mujeres menores de 40 años, cuando tradicionalmente se han establecido programas de cribado a partir de esa edadpor lo que el incremento no es atribuible a esta intervención.
En cambio, los autores elaboran una lista de sospechosos que corresponde aproximadamente a los cambios en el estilo de vida de la población mundial, siendo uno de los principales factores la occidentalización de la dieta, algo que se corresponde con un mayor consumo de grasas saturadas, carne rojaalimentos procesados, junto con un bajo consumo de verduras, frutas, cereales integrales y fibra.
También se tienen en cuenta el aumento de la obesidad, el mayor consumo de alcohol y refrescos azucarados, la alta prevalencia del tabaquismo (aunque las tendencias han cambiado en los últimos años, aún persiste el efecto del humo inhalado en décadas anteriores) o la generalización del sedentarismo. en cuenta.
antibióticos y cáncer
Factores quizás menos conocidos, pero que pueden haber jugado un papel fundamental, son el mayor consumo de medicamentos como antibióticos y anticonceptivos orales, la efecto de la contaminación lumínica en la reducción de las horas de sueño incluso aspectos como el adelantamiento del primero menstruación y la reducción del número de hijos por mujer, así como el retraso en tener el primer hijo.
Estos factores tienen más impacto en algunos tipos de cáncer que en otros, por supuesto. El trabajo elabora un amplio panorama de diferentes tipos de tumores, desde mama o tiroides hasta mielomas o cánceres de vesícula biliar.
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Sin embargo, y como no podía ser menos, dadas las características de los principales sospechosos habituales, los tumores del aparato digestivo son ampliamente analizados. Así, a la obesidad o al sedentarismo se unen patologías que influyen en la aparición de cánceres, como la diabetes, el síndrome metabólico o las enfermedades inflamatorias intestinales.
Sin embargo, las propias características de estos factores, tan generalizados y con una implicación prolongada en el tiempo, hacen que sea extremadamente difícil establecer una causa-efecto en muchos cánceres específicos, y mucho menos de forma general.
Así lo indican los autores. “Esta epidemia de cánceres de aparición temprana probablemente se deba a cambios en los patrones de exposición en la juventud. o madurez temprana, aunque los análisis exhaustivos de los factores de riesgo individuales en estas primeras etapas de la vida siguen siendo limitados”.
Cifras españolas
“Los datos presentados en este estudio no son sorprendentes”, dice Isabel Echavarría, oncólogo del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y secretario científico de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). “El aumento de la incidencia del cáncer es una realidad que conocemos desde hace mucho tiempo, así como el aumento de la población más joven”.
Se estima que entre 2020 y 2040 habrá un aumento de casi un 50% de nuevos diagnósticos de cáncer en el mundo, “y, de estos, un porcentaje importante corresponderá a pacientes jóvenes”, apunta.
España no es una excepción. Aunque es imposible trazar una tendencia general (el cáncer no es una sola enfermedad sino más de 200 diferentes, siempre advierten los expertos), hay cifras esclarecedoras.
Entre 2000 y 2010 aumentó el número de tumores de mama (0,5%), próstata (7,5%), hígado (0,4% en mujeres, 5,5% en hombres) o tiroides (5,5% en hombres). mujeres, 6,3% en hombres). También, en las mujeres aumentó el número de mielomas (3,7%) y cánceres de esófago (2,1%). Por el contrario, los tumores colorrectales, de la vesícula biliar y de las vías biliares y del estómago disminuyeron en general.
El estudio, que revisa más de 300 trabajos previos sobre el tema, no se limita a describir a los posibles culpables de esta “epidemia”. Cánceres de aparición temprana (que no debe confundirse con neoplasias en niños y adolescentes, que quedan fuera de este artículo) tienen sus propias características. Las diferencias en las características clínicas y analíticas sugieren que los mecanismos de carcinogénesis son diferentes en estas patologías.
Además, es más probable que estos cánceres se diagnostiquen en etapas avanzadas, y los sobrevivientes son más propensos a problemas a largo plazo de infertilidad, enfermedades cardiovasculares y cánceres secundarios.
Por ello, los autores enfatizan la necesidad de llevar a cabo intervenciones de salud pública dirigidas a mejorar los hábitos alimentarios de la poblaciónabandonar el sedentarismo y combatir el abuso de productos como el tabaco y el alcohol.
“Quedan muchas cuestiones por resolver”, apunta Echavarría, “como, por ejemplo, el impacto individual de cada factor de riesgo en cada situación, así como si hay más factores añadidos a los que ya sabemos que están siendo responsables este aumento en la incidencia de cáncer a edades tempranas.
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El oncólogo destaca que este aumento de la incidencia ya se está teniendo en cuenta a la hora de gestionar los casos de cáncer en nuestro país. “Por ejemplo, en muchos casos es necesario evaluar si la paciente ha cumplido sus deseos de descendencia, informar sobre el efecto potencial de los tratamientos sobre su fertilidad y evaluar la preservación de la fertilidad cuando esté indicado”.
Debido a que los tratamientos contra el cáncer pueden tener efectos secundarios a largo plazo, y por lo tanto es necesario conocer los riesgos de cada tratamiento, del aumento del riesgo cardiovascular a la osteoporosis.
A esto se suma el efecto de los factores de riesgo de cáncer sobre otro tipo de enfermedades, como las cardiovasculares o respiratorias. “Por eso es importante promover un estilo de vida saludable desde la infancia y concienciar sobre el papel reductor de riesgos que puede tener este estilo de vida”.
Echavarría, además, se suma a las conclusiones del estudio indicando que, “quizás en el futuro”, habrá que realizar nuevos estudios “para valorar si se deben replantear las estrategias de cribado”.
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